viernes, 5 de diciembre de 2014

Freud

El psicoanálisis conquista cada vez más adeptos como método terapéutico, debido a que rinde a los pacientes un beneficio mucho mayor que ninguna otra forma de tratamiento. Su principal sector de aplicación es el de las neurosis más leves, como la histeria, las fobias y los estados obsesivos; además, permite alcanzar considerables mejorías y hasta curaciones en las deformaciones del carácter y en las inhibiciones y desviaciones sexuales. Su influencia sobre la demencia precoz y la paranoia es dudosa, mientras que en circunstancias favorables puede hacer frente aun a los más graves estados depresivos.

En todos los casos el tratamiento impone arduas demandas, tanto al médico como al paciente: aquél debe contar con una formación especializada y debe dedicar un largo período a la exploración profunda de cada caso; el paciente ha de realizar considerables sacrificios, tanto materiales como psíquicos. Sin embargo, los resultados compensan por lo común todos los esfuerzos. Tampoco el psicoanálisis es una panacea conveniente para todos los trastornos psíquicos (cito, tute, jucunde; rápido,seguro, con alegría); por el contrario, su aplicación ha venido a revelar por primera vez las dificultades y las limitaciones con que se enfrenta el tratamiento de estas afecciones. Por el momento, sólo en Berlín y en Viena existen instituciones privadas que tornan accesible el tratamiento psicoanalítico también a las clases obreras e indigentes.

Los resultados terapéuticos del psicoanálisis se fundan en la sustitución de actos psíquicos inconscientes por otros conscientes, y su alcance llega hasta donde se extiende la injerencia de este proceso en la enfermedad a tratar. Dicha sustitución se lleva a cabo superando resistencias internas en la vida psíquica del paciente. En el futuro probablemente se adjudicará una importancia mucho mayor al psicoanálisis como ciencia de lo inconscienteque como procedimiento terapéutico.

Psicología profunda. El psicoanálisis, en su carácter de psicología profunda, considera la vida psíquica desde tres puntos de vista: el dinámico, el económico y el topográfico.

Desde el primer punto de vista, el dinámico deriva todos los procesos psíquicos -salvo la recepción de estímulos exteriores de un interjuego de fuerzas que se estimulan o se inhiben mutuamente, que se combinan entre sí, que establecen transacciones las unas con las otras, etc. Todas las fuerzas tienen originalmente el carácter de instintos, o sea, que son de origen orgánico; se caracterizan por poseer una inmensa capacidad de persistencia (somática) y una reserva de poderío (compulsión a la repetición); finalmente, halla su representación psíquica en imágenes o ideas afectivamente cargadas (catexias). En el psicoanálisis, no menos que en las otras ciencias, la teoría de los instintos es un tema poco conocido. El análisis empírico nos lleva a establecer dos grupos de instintos: los denominados instintos del yo, cuyo fin es la autoconservación, y los instintos objetales, que conciernen a la relación con los objetos exteriores. Los instintos sociales no son aceptados con carácter elemental e irreducible.

La especulación teórica permite suponer la existencia de dos instintos fundamentales que yacerían ocultos tras los instintos yoicos y objetales manifiestos, a saber: a) el Eros, instinto tendiente a la unión cada vez más amplia, y b) el instinto de destrucción, conducente a la disolución de todo lo viviente. La manifestación energética del Eros se llama en psicoanálisis libido.

Principio del placer-displacer. Desde el punto de vista económico, el psicoanálisis admite que las representaciones psíquicas de los instintos están cargadas con determinadas cantidades de energía (catexias) y que el aparato psíquico tiene la tendencia de evitar todo estancamiento de estas energías, manteniendo lo más baja que sea posible la suma total de las excitaciones a las cuales está sometido. El curso de los procesos psíquicos es regulado automáticamente por el principio del placer-displacer, de manera tal que en una u otra forma el displacer aparece siempre vinculado con un aumento y el placer con una disminución de la excitación. En el curso del desarrollo, el primitivo principio del placer experimenta una modificación determinada por la consideración con el mundo exterior (principio de la realidad), mediante la cual el aparato psíquico aprende a diferir las satisfacciones placenteras y a soportar transitoriamente las sensaciones displacenteras.

Topografía psíquica. Topográficamente, el psicoanálisis concibe el aparato psíquico como un instrumento compuesto de varias partes y procura determinar en qué puntos del mismo tienen lugar los diversos procesos mentales. De acuerdo con las concepciones analíticas más recientes, el aparato mental está compuesto de un ello, que es el reservorio de los impulsos instintivos, de un yo que es la porción más superficial del ello, modificada por la influencia del mundo exterior, y de un superyó, desarrollado a partir del ello, que domina al yo y representa las inhibiciones de los instintos, características propias del ser humano.

También la cualidad de la conciencia posee su referencia topográfica, pues los procesos del ello son todos inconscientes, mientras que la consciencia es la función de la capa más superficial del yo, destinada a la percepción del mundo exterior.

Es ésta la oportunidad de intercalar dos advertencias. No se debe suponer que dichas nociones muy generales representen condiciones previas de las cuales depende la labor psicoanalítica.

Por el contrario, son sus conclusiones más recientes, y están, en todo sentido, expuestas a corrección. El psicoanálisis se halla sólidamente fundado en la observación de los hechos de la vida psíquica, de modo que su superestructura teórica es todavía incompleta y se encuentra en constante modificación. En segundo lugar, no hemos de asombrarnos si el psicoanálisis, que originalmente sólo pretendía explicar los fenómenos psíquicos patológicos, llegó a convertirse en una psicología de la vida psíquica normal. La justificación de tal desarrollo surgió al descubrirse que los sueños y los actos fallidos (las “parapraxias”, como las equivocaciones del habla, etc) de los seres normales responden al mismo mecanismo que los síntomas neuróticos.

Fundamentos teóricos. La primera tarea planteada al psicoanálisis fue la explicación de los trastornos neuróticos. La teoría analítica de las neurosis se apoya en tres pilares; son ellos las nociones de: 1) la represión, 2) la importancia de los instintos sexuales, 3) la transferencia.

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